No marques tu territorio en el gimnasio
Los marcadores son personas que ocupan tres o cuatro piezas de equipamiento, marcando su territorio con una toalla, una bolsa de gimnasio o unas correas, una camisa sudorosa y así sucesivamente. Este tipo de gente generalmente se pasa haciendo algún tipo de circuito durante el horario estelar, reservando sus lugares con malos hábitos, lo que los hacen repugnantes e incluso temidos por los demás.
Podemos entender que dejar una toalla en un banco para ahorrar tiempo porque tienes que correr al baño o llenar tu botella de agua puede ser aceptable, pero al marcar la mitad del gimnasio con tus enseres y esperando que todos respeten el hecho de que estás tomando todo este espacio porque muestras más músculos que los demás y siendo desconsiderado ante los demás es simplemente lo peor que puedes hacer, por ello es mejor que no marques tu territorio en el gimnasio.
El gimnasio no te pertenece incluso en casa cuando entrenas en familia; en fin, cuando vemos a algunos idiotas haciendo eso, simplemente significa que están por debajo de la cadena evolutiva o son tan despistados que su enfoque mental no sirve ni siquiera para encontrar sus cosas. Siempre pasa que vemos el rostro de algunas personas que no encuentran sus cosas y eso no tiene precio porque es tan bochornoso y cómico de repente, que todo forma parte del ambiente propio de los perdedores.
El problema de los equipos
Es la hora punta de la mañana y tus compañeros están tomando su tiempo en el equipo que usarás; este es un verdadero problema porque tienes que terminar tu sesión a una hora determinada y quieres empezar tu serie.
La solución es hacer una pregunta razonable a alguien que parece estar excediendo con un “¿ falta poco para que termines ? o, ¿ ya has terminado ?.
- Si la persona se niega a ceder o el problema es crónico (por ejemplo, nunca hay suficientes máquinas), entonces debes ir a hablar con el gerente en vez de empezar una discusión que no lleva a nada.
- La gerencia debe iniciar un sistema de inscripción y asegurarse de que alguien está en el piso para hacer cumplir las reglas o pueden comprar más equipo. Obviamiente si no ves mejoras, puedes cambiar el horario de tu trabajo, ir a otro gimnasio o invertir en calidad de vida con un gimnasio propio en casa.
El problema de los vestuarios
Has terminado tu sesión y la adrenalina que llevas hace que te sientas muy bien, pero cuando entras en el vestuario y encuentras la ropa de otras personas extendida sobre los bancos y cosméticos que cubren los mostradores por los espejos te sientes con una rabia interior y tan irritable que el estrés que puedes adquirir, puede derrumbar tu esfuerzo o mantenerte de mal humor incluso el día siguiente, incluyendo una noche mal dormida.
La solución es preguntar con diplomacia a los “delincuentes” si pueden mover sus pertenencias, aunque si eres una chica poderosa, sabes que algunas mujeres se ponen muy territoriales sobre su espacio en el vestuario. Lo mismo pasa si entras a la ducha y ves por debajo que alguien dejó una botella vacía de shampoo en el box de al lado; bueno, lo que podemos es de nuevo alertar al gerente para crear reglas, porque es muy difícil cambiar los hábitos personales.
Si el gimnasio no toma las medidas precisas sobre este tema, es indiscutible que tienes que cambiar de gimnasio de una vez, porque la sobriedad y la limpieza del vestuario son fundamentales no solo para mantenerte de buen humor, sino proteger la salud de los que asisten al gimnasio.
Siguiendo este concepto es mejor que no marques tu territorio en el gimnasio y menos en un vestuario donde la gente sentirá que eres el peor de todos y eso te podría hacer sentirte muy mal al momento de asistir a tus sesiones, lo que echará a perder tu propio plan de entreno.
El problema del medio ambiente
Citemos esta situación; estás entrando en la zona cuando alguien que apenas conoces trata de entablar una conversación contigo, o tal vez hay una fuerte conversación cerca o la música estridente de un atrevido está fuerte y eso te hace perder el ejercicio.
La solución es ser ingrato (sin contacto visual) con los compañeros que se pasan hablando o alardeando cerca de ti; una forma interesante de hacerlo es explicar que estás en medio de algo y no quieres ser interrumpido. Ahora, si el problema es el volumen de los demás, pasa el problema a un instructor, demostrándole que no se puede entrenar en un sitio contaminado con sonidos o aromas que inhiben tu capacidad de enfoque mental y conexión mente-músculos.
Si todo sigue igual, puedes decirle a la gente que se calle, sin mala educación, haciéndoles saber que hay una línea que necesita ser marcada con los ignorantes, aunque te aconsejamos que no marques tu territorio en el gimnasio.