Respuesta del organismo a la presencia de ácido láctico
Su producción y acumulación se acelera cuando el ejercicio se vuelve más intenso
El lactato no debe ser visto como un producto de desgaste metabólico. Por el contrario, proporciona una fuente valiosa de energía química que se acumula como resultado del ejercicio intenso. Cuando se vuelve nuevamente disponible una cantidad suficiente de oxígeno durante la recuperación, o cuando el ritmo del ejercicio disminuye, la coenzima NADH en su forma oxidada «NAD+» barre los hidrógenos vinculados al lactato para una subsecuente oxidación a fin de formar ATP. Los esqueletos de carbono de las moléculas de piruvato formados nuevamente a partir del lactato durante el ejercicio serán oxidados para la obtención de energía o serán sintetizados (transformados) a glucosa (gluconeogénesis) en el ciclo de Cori. El ciclo de Cori no sirve sólo para remover el lactato, sino lo utiliza también para reponer las reservas de glucógeno gastadas durante un ejercicio arduo.
El lactato se forma continuamente durante el reposo y el ejercicio moderado. Las adaptaciones dentro de los músculos inducidas por el entrenamiento aeróbico permiten los altos ritmos de renovación del lactato; y es en los niveles más altos de ejercicio en donde el lactato se acumula. Otra explicación para la acumulación de lactato durante el ejercicio podría ser en que la tendencia de la enzima desidrogenasa láctica (LDH) en las fibras musculares de contracción lenta favorece la conversión de lactato a piruvato. Por lo tanto, el reclutamiento de las fibras de contracción rápida con el aumento de la intensidad del ejercicio favorece la formación de lactato, independientemente de la oxigenación tejidual.
La producción y la acumulación de lactato son acelerados cuando el ejercicio se vuelve más intenso y las células musculares no consiguen atender a las demandas energéticas adicionales aerobicamente, ni oxidar el lactato con el mismo ritmo de su producción.
Como responde el organismo en la presencia del ácido láctico
Después de que el lactato se forma en el músculo, se difunde rápidamente para el espacio intersticial (espacio entre las células) y para la sangre, para ser tamponado y removido del sitio del metabolismo energético. De esta forma, la glucólisis continúa suministrando energía anaeróbica para la resíntesis del ATP. Esa vía de energía extra sigue siendo temporal, pues los niveles sanguíneos y musculares de lactato aumentan y la regeneración del ATP no consigue acompañar su ritmo de utilización. Entonces la fatiga se instala inmediatamente y disminuye el desempeño en los ejercicios. Una mayor acidez intracelular y otras alteraciones tercian la fatiga, por la inactivación de varias enzimas en el traspaso de energía y por el deterioro de las propiedades contráctiles del músculo. Sin embargo, una mayor acidez (ph más bajo) por sí sóla no explica la reducción en la capacidad de realizar ejercicios durante un esfuerzo físico intenso.
La resíntesis de los fosfatos de alta energía (ATP) tendrá que proseguir con un ritmo rápido para que el ejercicio extenuante pueda continuar. La energía para fosforilar el ADP (resultado final del ATP después de liberar energía), durante el ejercicio intenso deriva sobre todo del glucógeno muscular almacenado a través de la glucólisis anaeróbica, con la subsecuente formación de lactato. De cierta forma, la glucólisis anaeróbica con formación de lactato ahorra tiempo., volviendo posible la formación rápida de ATP por la fosforilación al nivel del sustrato, aunque el abastecimiento de oxígeno sigua siendo insuficiente y/o cuando las demandas energéticas sobrepasan la capacidad del músculo para la resíntesis aeróbica del ATP.
La acumulación rápida y significativa de lactato sanguíneo ocurren durante los ejercicios máximos (extenuante) que duran entre 60 a 180 segundos. Una reducción en la intensidad de ese ejercicio arduo para prolongar el periodo del ejercicio acarrea una reducción correspondiente tanto en el ritmo de acumulación como el nivel final de lactato sanguíneo.
En el ejercicio extenuante con un catabolismo elevado de los carbohidratos, el glucógeno que está dentro de los tejidos inactivos puede volverse disponible para atender a las necesidades del músculo activo. Esa renovación activa del glucógeno, a través del depósito permutable de lactato muscular, progresa a medida que los tejidos inactivos lanzan lactato en el torrente sanguíneo. El lactato proporciona un precursor gluconeogénico capaz de sintetizar los carbohidratos (a través del ciclo de Cori en el hígado y en los riñones) que permitirá que suceda la homeostásis (tendencia del organismo en mantener constantes las condiciones fisiológicas) de la glucosa sanguínea y atender a las demandas energéticas del ejercicio.
El lactato producido en las fibras musculares de contracción rápida puede circular hacia otras fibras de contracción rápida o de contracción lenta para ser transformado en piruvato. A su vez, el piruvato es transformado en acetil-Coa de modo a penetrar en el ciclo del ácido cítrico para el metabolismo energético aeróbico. Ese lanzamiento del lactato entre diferentes células hace que la glucogenólisis (conversión de glucógeno en glucosa) que ocurre en una célula, pueda suplir otras células con combustible para la oxidación.
Eso vuelve el músculo no sólo el principal sitio de producción del lactato, sino también un tejido primario para la remoción del lactato a través de la oxidación. Cualquier lactato formado en una parte de un músculo activo acaba siendo oxidado rápidamente por las fibras musculares con un alza capacidad oxidativa (corazón y otras fibras del mismo músculo, o de los músculos vecinos menos activos).