Como prevenir la hipertensión
Puede ser evitada desde joven y controlada durante la adultez, para ello hay algunos hábitos personales o familiares que deben ser seguidos.
La presión arterial es la fuerza con la cual el corazón bombea la sangre a través de los vasos sanguíneos y es determinada por el volumen de sangre que sale del corazón y la resistencia que él encuentra para circular en el cuerpo; pudiendo ser modificada por la variación del volumen de sangre o viscosidad (espesor) de la sangre, de la frecuencia cardiaca (latidos cardiacos por minuto) y de la elasticidad de los vasos sanguíneos. Los estímulos hormonales y nerviosos que regulan la resistencia sanguínea sufren la influencia personal y ambiental.
La hipertensión arterial es la presión por encima de 140×90 mmHg (milímetros de mercurio) en adultos con más de 18 años, medida en reposo de 15 minutos y confirmada unas 3 veces consecutivas y en varias visitas médicas. Las elevaciones ocasionales de la presión pueden ocurrir por nerviosismo, preocupaciones, drogas, alimentos, humo, alcohol y café.
La presión es considerada normal cuando la presión sistólica (máxima) no sobrepasa a 130 y la diastólica (mínima) fuere inferior la 85 mmHg. De acuerdo con la situación clínica, se recomienda que las medidas sean repetidas al menos en 2 o más visitas clínicas. La hipertensión arterial puede ser sistólica y diastólica (máxima y mínima) o sólo sistólica (máxima). La mayoría de los hipertensos en un 95%, tiene hipertensión arterial llamada de esencial o primaria (sin causa) y 5% tienen hipertensión arterial secundaria a una causa bien definida.
Recordamos que el hallazgo de hipertensión arterial es elevado en personas con sobre peso entre 20% a 40%, diabéticos 30% a 60%, y adultos mayores de 30% a 50%. En los adultos mayores casi siempre la hipertensión es sólo sistólica o máxima.
Hipertensión arterial sistémica
La hipertensión arterial sistémica es una enfermedad crónica que, cuando no es tratada y controlada adecuadamente, puede llevar a complicaciones que pueden alcanzar otros órganos y sistemas.
- En el sistema nervioso central pueden ocurrir infartos, hemorragia y encefalopatía hipertensiva.
- En el corazón, puede ocurrir cardiopatía isquémica (angina), insuficiencia cardiaca, aumento del corazón y, en algunos casos, la muerte súbita.
- En las personas con insuficiencia renal crónica asociada siempre ocurre nefroesclerosis.
- En el sistema vascular, puede ocurrir obstrucciones de las arterias carótidas, aneurisma de aorta o enfermedad vascular periférica de los miembros inferiores.
- En el sistema visual, puede que se produzca una retinopatia que reduce mucho la visión.
Se debe controlar el peso
Basta hacer el cálculo del peso en kilogramos dividido por el cuadrado de su altura en metros. El resultado debe estar situado en un índice de masa corporal entre 20 kg/m² y 25 kg/m². Y la medida de la circunferencia abdominal debe ser inferior el 102 cm para hombres y 88 cm para mujeres.
Para mantener el peso en una franja ideal, se debe seguir una dieta con calorías extra y balanceada orientada individualmente por un nutricionista, evitando el ayuno o el uso de dietas «milagrosas», que causan más daños al organismo que beneficios. Esta dieta debe constituirse de un cambio en búsqueda de la ingesta de alimentos más saludables que respeten sus preferencias. El aumento de actividad física diaria debe estar asociada a la mudanza de hábitos alimenticios y esta práctica debe ser orientada y estimulada por profesionales con entrenamiento específico y con previa evaluación médica.
Esos objetivos deben ser permanentes, evitandose los grandes e indeseables flotaciones del peso.
La pérdida de peso es muy importante, pues la disminución de 5% a 10% del peso corporal inicial ya es suficiente para reducir la presión arterial, además de estar relacionada a la caída de la insulinemia, a la reducción de la sensibilidad al sodio y a la disminución de la actividad del sistema nervioso simpático. Pero lo más importante es la mantención del peso alcanzado con los cambios de hábitos citados arriba.
Reducción de la ingesta de sal (cloruro de sodio)
Limitar la ingesta diaria de sodio a un máximo de 2,4 g de sodio o 6 g de cloruro de sodio. Ese total debe incluir el sodio contenido en los alimentos naturales y manufacturados.
La sal es considerada un factor importante en el desarrollo y en la intensidad de la hipertensión arterial. Su restricción también está asociada a una reducción de la mortalidad por accidente vascular encefálico y regresión de la hipertrofia ventricular izquierda (aumento de la musculatura del ventrículo izquierdo del corazón).
En la práctica, deben ser evitados alimentos enlatados, conservas, embutidos y ahumados. Utilizar el mínimo de sal en el preparación de los alimentos, además de evitar el uso de salero a la mesa, durante las comidas. Para que el efecto hipotensor máximo de la restricción salina se manifieste, es necesario un intervalo de al menos 8 semanas.
Se puede utilizar hiervas como el romero, o el pimentón o el orégano para sustituir a la sal.
Aumento de la ingesta de potasio
Es recomendable que la ingesta diaria de potasio esté entre 2 y 4g, contenidos en una dieta rica en frutas y vegetales frescos. La ingesta de potasio puede ser aumentada por la selección de alimentos pobres en sodio y ricos en potasio (frijol, guisante, vegetales de hojas verde-oscuras, plátano, melón, zanahoria, remolacha, frutas secas, tomate, patata inglesa y naranja).
Existe la posibilidad de que el potasio ejerza un efecto anti-hipertensivo, tener acción protectora contra daños cardiovasculares y servir como medida auxiliar en pacientes sometidos la terapia con diuréticos.
Reducción o abandono de la ingesta de alcohol
El consumo excesivo de alcohol eleva la presión, causa variaciones en los niveles presóricos, aumenta la prevalencia de hipertensión, es factor de riesgo para un accidente vascular encefálico, además de ser una de las causas de resistencia a anti-hipertensivos.
Para los hipertensos del sexo masculino que hacen uso de bebida alcohólica, es aconsejable que el consumo no sobrepase 30 ml de etanol/día, contenidos en 60 ml de bebidas destiladas (whisky, vodka, aguardiente, etc.), 240 ml de vino o 720 ml de cerveza. En relación con las mujeres e individuos de bajo peso, la ingesta alcohólica no debe sobrepasar 15 ml de etanol/día; y la mitad del recomendado para los hombres. A las personas que no consiguen encuadrarse en esos límites de consumo, se sugiere el abandono del consumo de bebidas alcohólicas.
Práctica regular de ejercicios físicos
Practicar ejercicios físicos aeróbicos por un periodo de 30 a 45 minutos por día, 3 a 5 veces a la semana es un buen comienzo.
El ejercicio físico regular reduce la presión arterial, además de contribuir a la disminución del peso corporal y de tener acción coadyuvante en el tratamiento de las dislipidemias, de la resistencia a la insulina, del abandono del tabaquismo y del control del estrés. Contribuye, también a la reducción del riesgo en individuos normotensos a que desarrollen hipertensión.
El bajo nivel de acondicionamiento físico está asociado el mayor riesgo de tener enfermedades coronarianas y cardiovasculares en hombres sanos, independientemente de los factores de riesgo convencionales. Los ejercicios isométricos, como levantamiento de pesas, son recomendables para individuos hipertensos siempre y cuando sean orientados por profesionales médicos e instructores capacitados.
Suplemento de calcio y magnesio
- La suplementación dietética con calcio y magnesio puede ser recomendada como medida preventiva.
- La mantención de la ingesta adecuada de calcio es una medida recomendable en la prevención de la osteoporosis.
Combate al tabaquismo
El cigarrillo eleva agudamente la presión y favorece el desarrollo y las complicaciones de la arteroesclerosis; una enfermedad crónica y degenerativa que lleva a la obstrucción de las arterias por depósito de grasas en su interior.
La interrupción del humo reduce el riesgo de accidente vascular encefálico – derrames, enfermedad isquémica del corazón – infartos, de enfermedad vascular arterial periférica – trombosis y de muerte súbita. La exposición al humo (tabaquismo pasivo) también debe ser evitada, pues el tabaquismo es la más importante causa modificable de muerte.
Control de las dislipidemias
- La hipercolesterolemia; aumento del colesterol malo en la sangre o LDL es uno de los mayores factores de riesgo cardiovascular. Los alimentos ricos en colesterol o en grasas saturadas25 son el cerdo (grasa, carne, bacon, etc), carne de ganado con grasas visibles como la longaniza, salchichón, mortadela, jamón, salchicha, sardinas, menudencias (corazón, molleja, hígado, riñón), caldos en paquetes, frutos del mar (gamba, mejillón, ostras), piel de pollo, piel de pescado, leche integral, nata, mantequilla, yema de huevo y sus preparaciones, frituras con cualquier tipo de grasas, aceites, leche y aceite de palma, helados, chocolate y derivados.
- El colesterol bueno cuando está bajo, puede ser aumentado en respuesta a la reducción del peso, a la práctica de ejercicios físicos y a la suspensión del hábito de fumar.
- El aumento de los triglicerídos debe ser tratado con medidas dietéticas, como la reducción de la ingesta de carbohidratos simples y de bebidas alcohólicas. Cuando es necesario, se recomienda el uso de fibratos prescriptos por un médico. Entre los alimentos que aumentan los trigliceridos están todas las preparaciones que contengan azúcar, la miel y derivados, caña de azúcar, guarapo, bebidas alcohólicas y todos los alimentos ricos en grasas.
Como medidas dietéticas generales se recomienda aumentar el contenido de fibras de la dieta, sustituir los carbohidratos simples (azúcar, miel y dulces) por los complejos (masas cereales, frutas, granos, raíces y legumbres), restringir bebidas alcohólicas, reducir la ingesta de grasas saturadas, utilizando preferencialmente gasas mono y poli-insaturadas en la dieta.
Manejo de la intolerancia a la glucosa y de la diabetes
La resistencia a la insulina y diabetes son condiciones frecuentemente asociadas a la hipertensión arterial, favoreciendo la ocurrencia de enfermedades cardiovasculares, sobre todo coronarianas. Su prevención tiene como base la reducción de la ingesta calórica, la práctica regular de ejercicios físicos aeróbicos y la reducción de la ingestión de azúcares simples; utilizar por ejemplo un edulcorante natural como la stevia.
Tener en cuenta la menopausia
La disminución de la actividad estrogénica que regula a una de las hormonas femeninas tras la menopausia aumenta de 2 a 4 veces el riesgo cardiovascular. La reposición estrogénica tras la menopausia no está contraindicada para las mujeres hipertensas, pues tiene poca interferencia sobre la presión arterial; siempre es mejor conversar con el ginecólogo sobre esto.
Es importante recordar que la reposición hormonal es contraindicada para las mujeres de alto riesgo cardiovascular. Como un pequeño número de mujeres presenta elevación de la presión arterial, hay necesidad de evaluación periódica de la presión tras el inicio de la reposición.
Debido al aumento de riesgo de eventos coronarianos, cerebrovasculares y tromboembolismo venoso, la terapia de reposición hormonal no debe ser utilizada con el objetivo de promover la protección cardiovascular.
El Estrés oxidativo
Se acumulan evidencias de que el estrés oxidativo es un factor de riesgo relevante a la enfermedad cardiovascular, pudiendo asociarse con una dieta hipercalórica y pobre en frutas y vegetales. La corrección de ese desvío alimenticio puede minimizar ese riesgo. Sin embargo, la recomendación de suplementación antioxidantes es lo mejor para este caso, sobre todo si se entrena con frecuencia.
El Estrés psicológico
La reducción del estrés psicológico es recomendable para disminuir la sobrecarga de influencias neuro-humorales del sistema nervioso central sobre la circulación. Sin embargo, la eficacia de técnicas terapéuticas de combate al estrés con vistas a la prevención y al tratamiento de la hipertensión arterial todavía no está establecida universalmente.
Hay evidencias de posibles efectos del estrés psicosocial en la presión relacionadas a «condiciones estresantes», tales como la pobreza, insatisfacción social, bajo nivel educacional, inactividad física y, en especial, aquellas actividades profesionales caracterizadas por altas demandas psicológicas y bajo control de esas situaciones.
Las técnicas de relajación, tales como el yoga, la meditación trascendental, el tai chi chuan y la psicoterapia, son opciones que deben complementarse a las técnicas médicas o la automonitorización.
Cambiar los hábitos y vivir tranquilo
Estas medidas preventivas deben ser adoptadas desde la infancia. Toda la familia debe participar y colaborar en la mejoría de la calidad de vida.
Una vez que los buenos hábitos son adquiridos, es fácil mantenerlos. El Control del peso, la dieta balanceada y la práctica de ejercicios físicos regulares son medidas simples, que, cuando son implementadas desde fases precoces de la vida, representan beneficio potencial sobre el perfil de riesgo para enfermedades cardiacas y vasculares.
La presencia de factores de riesgo no-modificables, tales como hombres con más de 45 años y mujeres con más de 55 años, parientes de primer grado con enfermedad coronariana en edades prematuras (hombres con menos de 55 años y mujeres con menos de 65 años), significa que es necesario un mayor rigor en el control de los factores de riesgo modificables.
También es interesante participar de grupos de hipertensos para conocer personas que, en la misma situación, muchas veces se adaptan de forma placentera a las nuevas actividades; en estos grupos generalmente participan nutricionistas, médicos, psicologos y hasta entrenadores físicos.