Los antioxidantes en el entrenamiento
Se debe entrenar pesado para estimular el proceso de adaptación y neutralizar los daños causados por los radicales libres
Como todos los amantes de musculación sabemos, el entrenamiento provoca un estrés esencial al cuerpo. Este estrés hace que el organismo se recupere y sea forzado a progresar y generar el desarrollo muscular. La recuperación da todo el sentido en esta ecuación, ya que es tras el entrenamiento; durante el descanso, en donde el cuerpo se regenera surgiendo la necesidad de una suplementación preventiva y curativa.
La ecuación más importante
Un proceso lógico se establece, en el cual tres factores son fundamentales: el entrenamiento intenso, la alimentación/suplementación y la recuperación. Esta regla es crucial y si uno de los factores es dejado de lado o no se lleva correctamente es imposible llegar a cumplir los objetivos trazados.
- La ecuación correcta: Entrenamiento intenso + Suplementación + Recuperación = Progreso.
Sin una recuperación completa, el practicante se quedará expuesto al estancamiento, que puede ser peligroso incluso para la salud. El estancamiento ‘mata’ su fuerza mental. Hay que tener cuidado para no iniciar este proceso que viene adjuntado de enfermedades degenerativas que resultan de una probable mala combinación.
Aumentar la potencia
El ATP es el combustible de nuestros músculos. Nuestras reservas de ATP son limitadas y al empezar a entrenar, necesitan ser re-sintetizadas continuamente. Dos procesos fisiológicos entran en acción: la oxidación (reacción química) de glucógeno y la oxidación de grasas.
Desgraciadamente, estas reacciones químicas provocan la producción de radicales libres, los cuales causan daños durante y después del ejercicio. Los radicales libres alteran el proceso de recuperación del organismo y, consequentemente debilitan el desarrollo muscular.
Los antioxidantes tienen un papel activo en la plena recuperación. Ellos protegen el organismo de la acción dañosa de los radicales libres. Algunos antioxidantes son producidos por nuestro propio cuerpo y otros – como las vitaminas C, E, entre otros – son ingeridos en la alimentación y la suplementación.
En resumen se debe:
- Entrenar pesado para estimular el proceso de adaptación.
- Neutralizar los daños causados por los radicales libres.
El arma letal
El cuerpo lucha contra la oxidación gracias a las enzimas. Las enzimas son las armas que tiene el cuerpo en la lucha contra los factores degenerativos de la oxidación; y podemos mejorar la eficiencia de estas enzimas por medio de la suplementación de antioxidantes.
Las enzimas utilizan en gran parte elementos trazas como cofactores para las reacciones. Y muchas de éstas moléculas se encuentran en la fase lipídica, y otras son lipofóbicas.
Los tipos de antioxidantes
Los antioxidantes se clasifican en primarios, secundarios y terciarios, de acuerdo a su función.
Entre los primarios, los enzimáticos, se encuentran fermentos que protegen al organismo contra la formación de nuevos radicales libres, entre los que se pueden citar:
- Superóxido dismutasa (SOD) que transforma el oxígeno en peróxido de hidrógeno.
- Glutatión peroxidasa (GPX) que convierte el peróxido de hidrógeno y los peróxidos lipídicos en moléculas inofensivas antes de que puedan formar radicales libres.
- Proteínas de unión a metales (GR) que frenan la disponibilidad del Fe, necesario para la formación del radical OH.
Entre los secundarios podemos citar 2 sub-grupos:
- Los antioxidantes hidrofílicos: la vitamina C, (ascorbato), ácido úrico, bilirrubina y albúmina.
- Los antioxidantes lipofílicos: la vitamina E (alfatoco-ferol), carotenoides y las ubiquinonas.
Entre los terciarios, encargados de reparar las biomoléculas dañadas por los radicales libres se incluyen las proteasas reparadoras de ADN y la metionina sulfóxido reductasa.