El ejercicio y el apetito
Las ganas de comer más son variables de acuerdo a la individualidad biológica
Algunas personas afirman que la práctica de ejercicio físico es inútil para los que desean perder peso porque estimula el apetito y se acaba por compensar las calorías que se perdieron al entrenar pero la cosa no es tan simple, porque según algunos estudios en relación al tema, como los hechos en el Medicine and Science in Sports and Exercise, se mostró que se incrementa la ingesta de energía después del ejercicio incluyendo seis investigaciones que no se notó un cambio en el comportamiento alimenticio y otras dos en donde incluso hubo una disminución del apetito.
John Blundell, Profesor de Biopsicología de la Universidad de Leeds afirmó que existe la creencia de que la actividad física aumenta el apetito y la ingestión de comida, haciéndola así inútil como método de control de peso, sin embargo no existen pruebas de un efecto inmediato o automático, pero la figura cambia después de una o dos semanas de entrenamiento regular.
Cuando las sesiones de ejercicios son repetidas por periodos de tiempo más prolongados, los investigadores fueron capaces de capturar las primeras estapas de un cambio en la ingesta de calorías, en que comienza a surgir una “respuesta compensatoria” parcial; en un estudio del 2008, unos 16 días de ejercicio generaron una compensación de 30% en la ingesta calórica, es decir, por cada 100 calorías quemadas vía ejercicios, los voluntarios ingirieron una media de 30 calorías más que lo normal, y en este caso la práctica de ejercicios parece aumentar la sensibilidad del «sistema de control del apetito».
Ahora bien, para saber cual es la cantidad de ejercicios que inicia la respuesta compensatoria, depende de la persona en base al género, edad, tipo de entreno, tipo de dieta, y hasta el nivel de motivación; pero en un estudio hecho en el 2009, no hubo respuesta compensatoria en voluntarios que realizaron entre 72 a 134 minutos de entrenamiento cardio de baja intensidad distribuidos en 3-4 entrenos semanales, pero la cantidad de peso perdido en ambos grupos fue exactamente la misma.
En un tercer grupo que realizó cerca de 194 minutos de ejercicio por semana la respuesta compensatoria surgió, y la pérdida de peso fue variable pero menor de lo diseñado, porque 3 de 10 voluntarios fueron capaces de completar los entrenos más largos sin comer más; por otro lado en un estudio similar, solo al entrenar 30 minutos de ejercicio (300 calorías) por día durante 13 semanas no se condujo a una supercompensación, pero se perdió la cantidad de grasa corporal prevista en contraste a los que entrenaron 60 minutos (600 calorías) que perdieron menos grasa, y esto se atribuye a un grado pequeño pero cuantificable de compensación.
Conclusiones
Está claro que el hecho de sentir más o menos ganas de comer no significa necesariamente que se vaya a comer más o menos, y esto se relaciona sobre todo con las ganas y la capacidad de organización mental para seguir un plan alimenticio; aunque el ejercicio pueda aumentar la intensidad del apetito antes de comer, la cantidad de alimentos que se ingiere es altamente influenciada por la densidad de energía y por el contenido de proteínas de los alimentos.
Es bastante fácil ingerir 500 calorías de alimentos como galletas, pizza o helados, y aun así sentir ganas de comer más, pero es bastante más difícil que pase esto con 500 calorias de patata dulce o de fruta.
Resumiendo, el ejercicio tiene el potencial de afectar el nivel de apetito y la ingesta de comida, pero su efecto puede variar de persona apersona, porque algunas sentirán un aumento del apetito y comerán más, mientras otras pueden seguir un plan de entrenamiento sin notar ese incremento.