Porqué mantener alta la sensibilidad a la insulina
La insulina tiene mala reputación en las dietas. Está pintada como la sustancia que engorda, por tanto muchos creen que deben evitarla.
También se culpa a la insulina de causar diabetes y en muchas comunidades de salud se la conoce como “malvada”.
Entonces, puede que te sorprenda saber que la insulina es necesaria para el crecimiento muscular y que también puede ayudarle a perder peso. Los que son sensibles a la insulina pueden y deben usar su poder para lograr los cuerpos que quieren, pero ¿cómo?.
Analizando a la Insulina
La glucosa es un azúcar (azúcar simple), por lo que es tan temida (u odiada) como la insulina, pero todo esto es un malentendido.
Algunas personas lo confunden con tóxico, pero al contrario, es una necesidad.
- Se describe como el metabolito más importante que tu cuerpo requiere para obtener energía.
- Sin glucosa, tus células no podrían funcionar.
La insulina es la hormona que regula la glucosa (y otros procesos metabólicos) en tu cuerpo. No importa lo que hayas escuchado acerca de su impacto «nocivo», pues la verdad es que tu cuerpo no puede funcionar sin ella.
El compuesto permite la absorción de glucosa en las células. Sin ella, pueden surgir dos condiciones importantes: hipoglucemia (nivel bajo de azúcar en la sangre) e hiperglucemia (nivel alto de azúcar en la sangre).
Ambas condiciones significan que hay un desequilibrio de glucosa en tu cuerpo. Ya sea por una deficiencia o por un mal funcionamiento de la insulina, no podrás transportar la glucosa a donde debe estar. Por lo tanto, tus células carecerán de energía y tu metabolismo comenzará a descomponerse.
Insulina: Resistencia vs Sensibilidad
Ser resistente a la insulina significa que tu cuerpo no puede producir, procesar o responder a la insulina de manera efectiva, lo que lo abre a las condiciones mencionadas anteriormente.
Los estudios muestran que es común en sujetos con sobrepeso, pero también está relacionada con la diabetes.
Cuando eres resistente a la insulina, tiene un efecto reducido en tu metabolismo. Esto obliga a su páncreas a producir más para compensar, hasta que se agote.
Cuando esto ocurre, cuando tu cuerpo ya no la produce, desarrollándose la prediabetes e, inevitablemente, la diabetes tipo 2.
Podría ser que esa resistencia sea causada (o al menos empeorada) por interrupciones en la señalización de la hormona debido a la acumulación de grasa en los tejidos musculares.
Un estudio muestra que un estilo de vida pobre puede exagerar la resistencia a la insulina. Debemos señalar que aunque el peso parece ser un factor de riesgo significativo, las personas delgadas no son inmunes.
Más allá de la diabetes, esta resistencia se ha relacionado con otras afecciones, incluidas las enfermedades cardíacas, la disfunción hepática y el cáncer.
Por otro lado, si eres sensible a la insulina, como debe ser, la señalización no se interrumpe, por lo tanto, la glucosa se gestiona, transporta, almacena y utiliza correctamente.
Este escenario por tanto es beneficioso tanto para el desarrollo muscular como para el control del peso.
Resumiendo, ¿qué pasa realmente?
En otras palabras, si tienes una alta sensibilidad a la insulina, tu cuerpo y tus músculos utilizan eficazmente la glucosa, lo que reduce el nivel de azúcar en la sangre.
Por lo tanto, tu páncreas no trabajará duro para producir insulina.
Inversamente, si tienes baja sensibilidad a la insulina, tu cuerpo no utilizará de manera efectiva la glucosa (azúcar) que permanecerá en el torrente sanguíneo. Esto ejercerá más presión sobre el páncreas, ya que responderá produciendo más y más insulina (ya que no eres muy sensible a la insulina).
Debido a los efectos de la hormona en la quema de proteínas, músculos y grasas, algunos culturistas la inyectan como un potenciador del rendimiento.
Esta es una práctica altamente peligrosa y, aunque la sensibilidad a la insulina es productiva, una sobrecarga podría tener efectos adversos y, es lo que pasa cuando se usa química como solución.
Definitivamente al esculpir tu cuerpo mediante el culturismo, la hormona es una de las fuerzas impulsoras del metabolismo intermediario. Su función controla cómo y dónde se usa o almacena la energía.
Al hacer esto, también regula tu metabolismo de carbohidratos, lípidos, proteínas y minerales, procesos relevantes tanto para conseguir resultados o para mantener la salud.
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