Las atletas femeninas combinan una dieta estricta con un entrenamiento intenso para prepararse para un espectáculo como el Arnold Classic por ejemplo. Ahora la ciencia ha demostrado las consecuencias aunque esto es diferente a lo que conocemos. Los investigadores han estudiado realmente los efectos de la dieta extrema en las chicas de peso normal, normal, tomando en cuenta a las competidoras aficionadas de la IFBB, principalmente en la división bikini.
Los investigadores querían saber lo que les pasaba en cuanto a su salud durante el período previo a la competición, que duraba unos cuatro meses, además de lo bien que se recuperan de la dieta estricta y un entreno intenso. Los estudios suelen implicar a gente con sobrepeso que intenta perder peso y después mantener ese peso de forma saludable, pero las atletas IFBB son diferentes porque están en buena forma y pocas veces se analiza los efectos reales de la dieta de competición.
El objetivo es ponerse en forma para presentarse en un escenario, muy delgadas y rayadas, con una excelente tonicidad muscular; recordemos que ellas no tratan de mantener esa condición extrema después, porque regresan al nivel básico o de condición física convencional, aunque sus estilos de vida son mejores que la gente normal.
El estudio se hizo con 27 chicas, de las cuales 4 fueron las chicas de control; para llegar a sus concursos redujeron sus calorías en general, bajaron los carbohidratos, mantuvieron sus ingestas proteicas altas, además de levantar pesas, incrementar el cardio (especialmente con el método HIIT) y desarrollaron yoga o masajes de vez en cuando.
Los resultados concluyeron que la mayoría vio una disminución del 35% al 50% de la masa grasa, por tanto el tamaño muscular se mantuvo o se redujo ligeramente. No obstante indicaron, que las que se enfocaron en esforzarse un poco más con las pesas, mantuvieron sus músculos sin problemas, en comparación a las demás.
Hasta aquí todo parece color de rosa, pero sus sistemas hormonales estaban afectados; las concentraciones séricas de leptina, T3, testosterona y estradiol disminuyeron, señalaron los investigadores, añadiéndose algunas irregularidades menstruales que también fueron comunes en la mayoría de ellas.
Para lograr mantener su salud las chicas redujeron su nivel de entreno aeróbico, consumieron calorías específicas y carbohidratos que fueron establecidos en una dieta de recuperación diseñada por expertos en nutrición. Lo que pasó es que después de otros 3-4 meses en la post-competición, las concentraciones hormonales volvieron a la línea de base, aunque la T3 y la testosterona seguían disminuidas en comparación con la fase previa de pre-dieta, en comparación a las chicas de control.
Lo que podemos aprender es que los estudios consideraron este protocolo como positivo, ya que los músculos se mantienen en su mayoría y los niveles hormonales volvieron a la normalidad, o cerca del escenario normal, en los 4 meses posteriores a una dura competición. El punto crítico sobre los efectos reales de la dieta de competición es que esos meses son largos para volver a un ciclo hormonal adecuado, especialmente cuando se trata de la tiroides o la testosterona; por otro lado, existen chicas que tienen más de un espectáculo de primer nivel por temporada, lo que las hace susceptibles a tratamientos nutricionales y médicos más estrictos.
Los científicos aquí también no hablaron mucho sobre el uso de drogas, sólo señalando que la IFBB no permite el uso de las mismas, no obstante se asume que las chicas aficionadas al deporte y que tiene un cuerpo sensacional, tienen un aspecto psicológico muy positivo ante la vida por ser estrellas en sus comunidades o colectivos.
Fuente
- Frontiers in Physiology, 2017: The Effects of Intensive Weight Reduction on Body Composition and Serum Hormones in Female Fitness Competitors